La historia de la ciudad de Casablanca es
una epopeya. Empieza a construirse a principios del siglo veinte y por esta
razón tiene la particularidad de
aglutinar un conjunto muy heterogéneo de culturas y tendencias de su
siglo. Su asombrosa arquitectura donde se sucedían estilos como el modernismo,
el art-deco, el neo-moresco colonial o el vanguardismo era una buena prueba de
ello. Ha sido el escenario paradigmático del colonialismo del siglo XX y del
nacimiento del Marruecos moderno.
Durante el Protectorado era considerada
como la máxima representación del imperio colonial francés en África. El
crecimiento de este pequeño enclave portuario de finales del siglo XIX fue
espectacular. Ya en los años treinta era el mayor puerto de África y la ciudad
con más habitantes europeos. La diversidad de nacionalidades de sus habitantes
era también un claro ejemplo de su identidad cosmopolita.
Cuando decae la grandeur de Francia, invadida por su vecina alemana, el nuevo
imperio sale en su ayuda y convierte a Casablanca en bandera de la Segunda
Guerra Mundial: la Marina Americana realiza su primer desembarco en las costas
marroquíes, al que sigue una Conferencia Mundial a la que asisten Roosevelt,
Churchill, y de Gaulle… y, finalmente, una película que consagra el nombre y el
mito de la ciudad de los grandes sueños e ideales.
A partir de la independencia de Marruecos,
el cambio de roles del poder originó un lento pero inexorable éxodo de su
población europea. Los antiguos habitantes de Casablanca, dispersos por todo el
mundo mantienen viva en sus corazones esa ciudad que hace honor a su leyenda.
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